imagen-conoces-los-dos-factores-emergentes-de-riesgo-cardiovascular

¿Conoces los dos factores emergentes de riesgo cardiovascular?

Con motivo del Día Mundial del Corazón, te invitamos a profundizar en dos factores de riesgo cardiovascular emergentes: la (mala) salud mental y la contaminación ambiental. No son una novedad, pero cada vez se conocen mejor sus efectos nocivos sobre el organismo humano en general y el sistema circulatorio en particular. La Fundación Española del Corazón lo explica con datos y señala el autocuidado, el compromiso medioambiental y la mejora de las políticas sociosanitarias, energéticas y de gestión de residuos como principales fórmulas de prevención individual y colectiva. 

¿Conoces los dos factores emergentes de riesgo cardiovascular? Con motivo del Día Mundial del Corazón, que se celebra el 29 de septiembre, la Fundación Española del Corazón (FEC) se ha propuesto que sepas la respuesta a esta pregunta. Puesto que su principal objetivo es prevenir la aparición de las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en el mundo, profundizar en el conocimiento de los factores de riesgo es fundamental.

Este año, en línea con los temas que promueve la Federación Mundial del Corazón (WHF, por sus siglas en inglés), la FEC ha puesto el foco en el bienestar emocional y la contaminación ambiental, dos importantes factores de riesgo cardiovascular emergentes. Bajo el lema Use heart for every heart (Usa el corazón para todos los corazones), la WHF ha asentado su campaña 2022 sobre tres pilares: usar el corazón por la humanidad, garantizando el acceso universal a tratamientos y cuidados; usar el corazón por la naturaleza, promoviendo políticas medioambientales que pongan coto a la contaminación ambiental; y usar el corazón por uno/a mismo/a, practicando un autocuidado centrado en el bienestar emocional.

Depresión, estrés crónico e insomnio como factores de riesgo

Se estima que el 10% de la población española padece al menos un trastorno emocional y que algo más del 15% lo padecerá a lo largo de su vida. Según datos de 2020, el 5,4% de los españoles; es decir, unos dos millones de personas, sufre algún tipo de cuadro depresivo, trastorno que incrementa en un 60% las posibilidades de sufrir enfermedades cardiacas.

También se sabe que la prevalencia de depresión es tres veces mayor en los pacientes con infarto de miocardio que en la población general, pero está infradiagnosticada. “En estos casos, la depresión no suele ser transitoria, sino que es a menudo crónica y recurrente. Además, las personas diagnosticada durante un síndrome coronario agudo muestran una peor evolución y más eventos cardiacos durante el seguimiento que las que no tienen depresión”, explica la Dra. Bárbara Izquierdo, cardióloga y miembro de la Sociedad Española de Cardiología.

Por otra parte, el mayor estudio realizado hasta la fecha en relación a factores psicosociales e infarto de miocardio, realizado con datos poblacionales de 52 países del mundo, sostiene que unos niveles elevados y mantenidos de estrés se relacionan con un aumento del riesgo cardiovascular.

También existen varios estudios que relacionan trastornos del sueño con una mayor incidencia de enfermedad cardiovascular. Un análisis acumulativo de todos ellos muestra que los sujetos con insomnio tienen un 45% más de riesgo de desarrollar o morir de una patología de este tipo que aquellos que no refieren alteraciones del sueño.

El presidente de la FEC, el Dr. Andrés Íñiguez, resalta que en los últimos años se está tomando cada vez más conciencia del vínculo entre las emociones y el corazón: “El estrés vital crónico, los estados emocionales negativos y los trastornos de salud, como la depresión y la ansiedad, no solo aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular y la agravan, sino que se asocian a una mayor utilización de recursos sanitarios”, afirma.

En este sentido, subraya que incluso desde el punto de vista de la racionalización de los recursos conviene tener en cuenta los factores emocionales y psicosociales “para ser capaces de instaurar aquellas políticas preventivas y de promoción de la salud cardiovascular que retrasen en el tiempo, e incluso eviten, la aparición de las enfermedades del corazón, uno de los objetivos que nos hemos impuesto en la FEC”.

La contaminación ambiental ya es ‘oficialmente’ el cuarto factor agravante o desencadenante de enfermedades cardiovasculares, por detrás de la hipertensión, el tabaquismo y la mala alimentación

De hecho, la FEC ha hecho de la prevención de la enfermedad cardiovascular su misión vital, apostando por la eficacia de la educación para la salud desde la infancia para promover la adopción de estilos de vida cardiosaludables, que ayuden a controlar los factores de riesgo que, con el paso de los años, dan lugar al desarrollo de la patología cardiaca.

Los efectos negativos de la contaminación ambiental 

La contaminación ambiental es otro de los factores de riesgo cardiovascular emergentes. Tanto, que se ha visto la necesidad de crear el Grupo SEC-FEC Verde para trabajar específicamente sobre su impacto y ahondar en el desarrollo del concepto One Health (Una salud). La contaminación es tan nociva que ya ocupa ‘oficialmente’  el cuarto puesto en la lista de factores agravantes o desencadenantes de enfermedades cardiovasculares, solo por detrás de la hipertensión, el tabaquismo y la mala alimentación.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación atmosférica puede estar relacionada con el 25% de todas las muertes por cardiopatía isquémica. “La contaminación favorece la trombosis, la inflamación, el estrés oxidativo y la disfunción endotelial”, como recuerda la Dra. Violeta Sánchez, coordinadora del Grupo SEC-FEC Verde, quien añade que “entre el 40 y el 80% de los efectos nocivos de la contaminación afectan al sistema cardiovascular”.

Obviamente, para hacer frente a la contaminación al nivel que exige la salud de nuestro planeta hace falta implementar enormes y profundos cambios globales. Sin embargo, también es posible actuar a menor escala. “Si queremos reducir el impacto de la contaminación en la salud cardiovascular son necesarias políticas que inviertan en un transporte público más limpio, hogares energéticamente eficientes, acceso a combustibles y tecnologías limpias y una adecuada gestión de los residuos municipales. Individualmente, también podemos intentar reducir el impacto de la contaminación en la salud cardiovascular a través de pequeñas acciones como caminar o ir en bicicleta en lugar de conducir, comprobar los niveles de contaminación atmosférica y evitar zonas muy contaminadas, así como hacer ejercicio regularmente en rutas verdes”, remarca la Dra. Sánchez.

* La imagen que ilustra esta noticia es de Marcel Strauβ y está disponible en Unsplash.

Con motivo del Día Mundial del Corazón, te invitamos a profundizar en dos factores de riesgo cardiovascular emergentes: la (mala) salud mental y la contaminación ambiental. No son una novedad, pero cada vez se conocen mejor sus efectos nocivos sobre el organismo humano en general y el sistema circulatorio en particular. La Fundación Española del Corazón lo explica con datos y señala el autocuidado, el compromiso medioambiental y la mejora de las políticas sociosanitarias, energéticas y de gestión de residuos como principales fórmulas de prevención individual y colectiva.

¿Conoces los dos factores emergentes de riesgo cardiovascular? Con motivo del Día Mundial del Corazón, que se celebra el 29 de septiembre, la Fundación Española del Corazón (FEC) se ha propuesto que sepas la respuesta a esta pregunta. Puesto que su principal objetivo es prevenir la aparición de las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en el mundo, profundizar en el conocimiento de los factores de riesgo es fundamental.

Este año, en línea con los temas que promueve la Federación Mundial del Corazón (WHF, por sus siglas en inglés), la FEC ha puesto el foco en el bienestar emocional y la contaminación ambiental, dos importantes factores de riesgo cardiovascular emergentes. Bajo el lema Use heart for every heart (Usa el corazón para todos los corazones), la WHF ha asentado su campaña 2022 sobre tres pilares: usar el corazón por la humanidad, garantizando el acceso universal a tratamientos y cuidados; usar el corazón por la naturaleza, promoviendo políticas medioambientales que pongan coto a la contaminación ambiental; y usar el corazón por uno/a mismo/a, practicando un autocuidado centrado en el bienestar emocional.

Depresión, estrés crónico e insomnio como factores de riesgo

Se estima que el 10% de la población española padece al menos un trastorno emocional y que algo más del 15% lo padecerá a lo largo de su vida. Según datos de 2020, el 5,4% de los españoles; es decir, unos dos millones de personas, sufre algún tipo de cuadro depresivo, trastorno que incrementa en un 60% las posibilidades de sufrir enfermedades cardiacas.

También se sabe que la prevalencia de depresión es tres veces mayor en los pacientes con infarto de miocardio que en la población general, pero está infradiagnosticada. “En estos casos, la depresión no suele ser transitoria, sino que es a menudo crónica y recurrente. Además, las personas diagnosticada durante un síndrome coronario agudo muestran una peor evolución y más eventos cardiacos durante el seguimiento que las que no tienen depresión”, explica la Dra. Bárbara Izquierdo, cardióloga y miembro de la Sociedad Española de Cardiología.

Por otra parte, el mayor estudio realizado hasta la fecha en relación a factores psicosociales e infarto de miocardio, realizado con datos poblacionales de 52 países del mundo, sostiene que unos niveles elevados y mantenidos de estrés se relacionan con un aumento del riesgo cardiovascular.

También existen varios estudios que relacionan trastornos del sueño con una mayor incidencia de enfermedad cardiovascular. Un análisis acumulativo de todos ellos muestra que los sujetos con insomnio tienen un 45% más de riesgo de desarrollar o morir de una patología de este tipo que aquellos que no refieren alteraciones del sueño.

El presidente de la FEC, el Dr. Andrés Íñiguez, resalta que en los últimos años se está tomando cada vez más conciencia del vínculo entre las emociones y el corazón: “El estrés vital crónico, los estados emocionales negativos y los trastornos de salud, como la depresión y la ansiedad, no solo aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular y la agravan, sino que se asocian a una mayor utilización de recursos sanitarios”, afirma.

En este sentido, subraya que incluso desde el punto de vista de la racionalización de los recursos conviene tener en cuenta los factores emocionales y psicosociales “para ser capaces de instaurar aquellas políticas preventivas y de promoción de la salud cardiovascular que retrasen en el tiempo, e incluso eviten, la aparición de las enfermedades del corazón, uno de los objetivos que nos hemos impuesto en la FEC”.

La contaminación ambiental ya es ‘oficialmente’ el cuarto factor agravante o desencadenante de enfermedades cardiovasculares, por detrás de la hipertensión, el tabaquismo y la mala alimentación

De hecho, la FEC ha hecho de la prevención de la enfermedad cardiovascular su misión vital, apostando por la eficacia de la educación para la salud desde la infancia para promover la adopción de estilos de vida cardiosaludables, que ayuden a controlar los factores de riesgo que, con el paso de los años, dan lugar al desarrollo de la patología cardiaca.

Los efectos negativos de la contaminación ambiental 

La contaminación ambiental es otro de los factores de riesgo cardiovascular emergentes. Tanto, que se ha visto la necesidad de crear el Grupo SEC-FEC Verde para trabajar específicamente sobre su impacto y ahondar en el desarrollo del concepto One Health (Una salud). La contaminación es tan nociva que ya ocupa ‘oficialmente’  el cuarto puesto en la lista de factores agravantes o desencadenantes de enfermedades cardiovasculares, solo por detrás de la hipertensión, el tabaquismo y la mala alimentación.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación atmosférica puede estar relacionada con el 25% de todas las muertes por cardiopatía isquémica. “La contaminación favorece la trombosis, la inflamación, el estrés oxidativo y la disfunción endotelial”, como recuerda la Dra. Violeta Sánchez, coordinadora del Grupo SEC-FEC Verde, quien añade que “entre el 40 y el 80% de los efectos nocivos de la contaminación afectan al sistema cardiovascular”.

Obviamente, para hacer frente a la contaminación al nivel que exige la salud de nuestro planeta hace falta implementar enormes y profundos cambios globales. Sin embargo, también es posible actuar a menor escala. “Si queremos reducir el impacto de la contaminación en la salud cardiovascular son necesarias políticas que inviertan en un transporte público más limpio, hogares energéticamente eficientes, acceso a combustibles y tecnologías limpias y una adecuada gestión de los residuos municipales. Individualmente, también podemos intentar reducir el impacto de la contaminación en la salud cardiovascular a través de pequeñas acciones como caminar o ir en bicicleta en lugar de conducir, comprobar los niveles de contaminación atmosférica y evitar zonas muy contaminadas, así como hacer ejercicio regularmente en rutas verdes”, remarca la Dra. Sánchez.

* La imagen que ilustra esta noticia es de Marcel Strauβ y está disponible en Unsplash.

Con motivo del Día Mundial del Corazón, te invitamos a profundizar en dos factores de riesgo cardiovascular emergentes: la (mala) salud mental y la contaminación ambiental. No son una novedad, pero cada vez se conocen mejor sus efectos nocivos sobre el organismo humano en general y el sistema circulatorio en particular. La Fundación Española del Corazón lo explica con datos y señala el autocuidado, el compromiso medioambiental y la mejora de las políticas sociosanitarias, energéticas y de gestión de residuos como principales fórmulas de prevención individual y colectiva.

¿Conoces los dos factores emergentes de riesgo cardiovascular? Con motivo del Día Mundial del Corazón, que se celebra el 29 de septiembre, la Fundación Española del Corazón (FEC) se ha propuesto que sepas la respuesta a esta pregunta. Puesto que su principal objetivo es prevenir la aparición de las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en el mundo, profundizar en el conocimiento de los factores de riesgo es fundamental.

Este año, en línea con los temas que promueve la Federación Mundial del Corazón (WHF, por sus siglas en inglés), la FEC ha puesto el foco en el bienestar emocional y la contaminación ambiental, dos importantes factores de riesgo cardiovascular emergentes. Bajo el lema Use heart for every heart (Usa el corazón para todos los corazones), la WHF ha asentado su campaña 2022 sobre tres pilares: usar el corazón por la humanidad, garantizando el acceso universal a tratamientos y cuidados; usar el corazón por la naturaleza, promoviendo políticas medioambientales que pongan coto a la contaminación ambiental; y usar el corazón por uno/a mismo/a, practicando un autocuidado centrado en el bienestar emocional.

Depresión, estrés crónico e insomnio como factores de riesgo

Se estima que el 10% de la población española padece al menos un trastorno emocional y que algo más del 15% lo padecerá a lo largo de su vida. Según datos de 2020, el 5,4% de los españoles; es decir, unos dos millones de personas, sufre algún tipo de cuadro depresivo, trastorno que incrementa en un 60% las posibilidades de sufrir enfermedades cardiacas.

También se sabe que la prevalencia de depresión es tres veces mayor en los pacientes con infarto de miocardio que en la población general, pero está infradiagnosticada. “En estos casos, la depresión no suele ser transitoria, sino que es a menudo crónica y recurrente. Además, las personas diagnosticada durante un síndrome coronario agudo muestran una peor evolución y más eventos cardiacos durante el seguimiento que las que no tienen depresión”, explica la Dra. Bárbara Izquierdo, cardióloga y miembro de la Sociedad Española de Cardiología.

Por otra parte, el mayor estudio realizado hasta la fecha en relación a factores psicosociales e infarto de miocardio, realizado con datos poblacionales de 52 países del mundo, sostiene que unos niveles elevados y mantenidos de estrés se relacionan con un aumento del riesgo cardiovascular.

También existen varios estudios que relacionan trastornos del sueño con una mayor incidencia de enfermedad cardiovascular. Un análisis acumulativo de todos ellos muestra que los sujetos con insomnio tienen un 45% más de riesgo de desarrollar o morir de una patología de este tipo que aquellos que no refieren alteraciones del sueño.

El presidente de la FEC, el Dr. Andrés Íñiguez, resalta que en los últimos años se está tomando cada vez más conciencia del vínculo entre las emociones y el corazón: “El estrés vital crónico, los estados emocionales negativos y los trastornos de salud, como la depresión y la ansiedad, no solo aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular y la agravan, sino que se asocian a una mayor utilización de recursos sanitarios”, afirma.

En este sentido, subraya que incluso desde el punto de vista de la racionalización de los recursos conviene tener en cuenta los factores emocionales y psicosociales “para ser capaces de instaurar aquellas políticas preventivas y de promoción de la salud cardiovascular que retrasen en el tiempo, e incluso eviten, la aparición de las enfermedades del corazón, uno de los objetivos que nos hemos impuesto en la FEC”.

La contaminación ambiental ya es ‘oficialmente’ el cuarto factor agravante o desencadenante de enfermedades cardiovasculares, por detrás de la hipertensión, el tabaquismo y la mala alimentación

De hecho, la FEC ha hecho de la prevención de la enfermedad cardiovascular su misión vital, apostando por la eficacia de la educación para la salud desde la infancia para promover la adopción de estilos de vida cardiosaludables, que ayuden a controlar los factores de riesgo que, con el paso de los años, dan lugar al desarrollo de la patología cardiaca.

Los efectos negativos de la contaminación ambiental 

La contaminación ambiental es otro de los factores de riesgo cardiovascular emergentes. Tanto, que se ha visto la necesidad de crear el Grupo SEC-FEC Verde para trabajar específicamente sobre su impacto y ahondar en el desarrollo del concepto One Health (Una salud). La contaminación es tan nociva que ya ocupa ‘oficialmente’  el cuarto puesto en la lista de factores agravantes o desencadenantes de enfermedades cardiovasculares, solo por detrás de la hipertensión, el tabaquismo y la mala alimentación.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación atmosférica puede estar relacionada con el 25% de todas las muertes por cardiopatía isquémica. “La contaminación favorece la trombosis, la inflamación, el estrés oxidativo y la disfunción endotelial”, como recuerda la Dra. Violeta Sánchez, coordinadora del Grupo SEC-FEC Verde, quien añade que “entre el 40 y el 80% de los efectos nocivos de la contaminación afectan al sistema cardiovascular”.

Obviamente, para hacer frente a la contaminación al nivel que exige la salud de nuestro planeta hace falta implementar enormes y profundos cambios globales. Sin embargo, también es posible actuar a menor escala. “Si queremos reducir el impacto de la contaminación en la salud cardiovascular son necesarias políticas que inviertan en un transporte público más limpio, hogares energéticamente eficientes, acceso a combustibles y tecnologías limpias y una adecuada gestión de los residuos municipales. Individualmente, también podemos intentar reducir el impacto de la contaminación en la salud cardiovascular a través de pequeñas acciones como caminar o ir en bicicleta en lugar de conducir, comprobar los niveles de contaminación atmosférica y evitar zonas muy contaminadas, así como hacer ejercicio regularmente en rutas verdes”, remarca la Dra. Sánchez.

* La imagen que ilustra esta noticia es de Marcel Strauβ y está disponible en Unsplash.