
Desperdicio de alimentos: cómo evitarlo en Navidad
El desperdicio de alimentos no tiene por qué sentarse a la mesa familiar esta Navidad. Pese a que estas fiestas se relacionen con los excesos gastronómicos, retomando costumbres tradicionales de aprovechamiento y manteniéndonos firmes en nuestro compromiso medioambiental y ético con la Tierra podemos evitar el despilfarro. La UOC nos ofrece seis trucos para lograrlo.
El desperdicio de alimentos no tiene por qué sentarse a la mesa familiar esta Navidad. Pese a que estas fiestas se relacionen con los excesos gastronómicos, retomando costumbres tradicionales de aprovechamiento y manteniéndonos firmes en nuestro compromiso medioambiental y ético con la Tierra y sus habitantes, además de redoblando la atención en algunos sencillos trucos, podemos evitar el despilfarro.
El párrafo anterior no es solo una declaración de intenciones sin trasfondo, sino que responde a una tendencia cada vez más marcada en nuestras costumbres culinarias, tal y como reflejan con nitidez los datos de despilfarro de alimentos en 2020, que reflejan un significativo descenso respecto al año anterior y que esperamos que se vean consolidados con las cifras de 2021.
Pese a ello, tres de cada cuatro hogares españoles tiraron comida y bebida a la basura de forma habitual en 2020, por lo que queda mucho por hacer. La tasa de desperdicio se situó en 2020 en el 4,3%, cifra ligeramente inferior al 4,7% registrado en 2019. Una mejora que se debe a la reducción en el desperdicio de alimentos sin preparar, es decir, a un cálculo más atinado a la hora de llenar la cesta de la compra.
Por el contrario, los datos no son tan buenos a la hora de cocinar: el año pasado se desperdiciaron más restos de recetas cocinadas en casa –118 millones de kg/l de exceso– que en 2019. Dicho de otra forma, las sobras pasaron de suponer el 15,3% del desperdicio alimentario de los hogares a representar el 23,8%, lo que indica que calcular mejor las cantidades de los platos que preparamos y practicar la cocina de aprovechamiento son claros puntos de mejora.
F. Xavier Medina, director de la Cátedra Unesco de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), es optimista y señala que algo está cambiando y que, en el ámbito de la Unión Europea, se está desarrollando una conciencia colectiva contra el desperdicio, con los países del sur acercándose a los del norte, en los que el compromiso se inició de forma más temprana y está más arraigado en las costumbres de la gente.
El experto subraya que el aprovechamiento de comida es un hábito que se integra plenamente en nuestra cultura gastronómica: “Venimos de recetarios creados en épocas de producción escasa o, directamente, de hambre. Hemos dejado de aprovechar alimentos en una época más reciente, de superabundancia. Ahora se está volviendo al aprovechamiento, aunque hemos cambiado la necesidad de hacerlo por una cuestión económica para pasar a un momento de conciencia de tipo ambiental”.
“Venimos de recetarios creados en épocas de producción escasa, o de hambre. Dejamos el aprovechamiento en una época de superabundancia. Y ahora lo estamos recuperando por motivos ambientales”, explica un experto de la UOC
Para mantener la conciencia activa durante las próximas Navidades, las expertas de la UOC Anna Bach y Alicia Aguilar han recogido seis consejos para evitar el desperdicio. Bach es directora del Máster Universitario de Nutrición y Salud, subdirectora de docencia y profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud, e investigadora del Foodlab (Grupo Interdisciplinario en Alimentación, Nutrición, Sociedad y Salud) de la UOC. Aguilar es profesora de los mismos estudios e investigadora del Foodlab.
1. Hacer una buena lista de la compra, pensando en los menús que se prepararán. Así se evitará comprar alimentos que luego no se usarán y que es más fácil que acaben desperdiciándose. Esto es especialmente importante para los productos frescos, que tienen una vida útil más corta.
2. Conservar y almacenar correctamente los productos que se hayan comprado, considerando sus características. Es necesario leer las etiquetas, comprobar las fechas de caducidad y seguir las recomendaciones de conservación (en nevera, congelador o armarios, según el tipo de producto).
3. Ajustar las raciones. Se aconseja revisar la despensa antes de comprar y hacer una lista detallada para reducir la compra por impulso. En Navidad, es importante planificar el menú considerando el número de comensales. A menudo se tiende a cocinar en exceso y a servir demasiada cantidad, lo que a menudo se traduce en dejar comida en el plato, con el consiguiente desperdicio, o en comer más de lo que realmente apetece, complicando el bienestar gástrico y, si sucede con frecuencia, favoreciendo el aumento de peso. Cuando las comidas tengan lugar en un restaurante, conviene pedir que nos preparen las sobras para llevar, evitando que vayan a parar a la basura.
4. Congelar la comida sobrante. De manera general, si se hace bien, es un método de conservación que permite alargar el tiempo de consumo de los alimentos sin que pierdan valor nutritivo. La opción de congelar en raciones individuales puede ser muy interesante, ya que ayuda a ingerir la cantidad justa de alimentos, sin pasarse, a descongelar en función del número exacto de comensales y a disponer de algún menú comodín para llevar al trabajo.
5. Aprovechar los restos para preparar nuevas recetas. Elaborar unas croquetas o unos canelones con las carnes, pescados y mariscos sobrantes, o un puré con las verduras de guarnición son opciones tan clásicas como sencillas y apetecibles. De hecho, estos platos fueron recetas de aprovechamiento en origen.
6. Tener presente el compromiso con un consumo responsable. Conviene informarse sobre la procedencia de lo que se come y sobre qué sistemas de producción agrícola, de cría y de pesca se han usado. En general, el consumo de proximidad y de temporada mejora la vida de las pequeñas comunidades agrícolas, aumenta la biodiversidad, requiere menos energía para el transporte, tiene una buena relación calidad-precio y contribuye a una alimentación saludable. Además, hay que decir no a los plásticos, fundamentalmente los de un solo uso. Es importante evitar los alimentos con embalajes de este material y optar por otros más sostenibles como el cartón, aunque lo ideal es minimizar el uso de envases u optar por los reutilizables.
* La imagen que ilustra este tema es de Max Griss y está disponible en Unsplash.
El desperdicio de alimentos no tiene por qué sentarse a la mesa familiar esta Navidad. Pese a que estas fiestas se relacionen con los excesos gastronómicos, retomando costumbres tradicionales de aprovechamiento y manteniéndonos firmes en nuestro compromiso medioambiental y ético con la Tierra podemos evitar el despilfarro. La UOC nos ofrece seis trucos para lograrlo.
El desperdicio de alimentos no tiene por qué sentarse a la mesa familiar esta Navidad. Pese a que estas fiestas se relacionen con los excesos gastronómicos, retomando costumbres tradicionales de aprovechamiento y manteniéndonos firmes en nuestro compromiso medioambiental y ético con la Tierra y sus habitantes, además de redoblando la atención en algunos sencillos trucos, podemos evitar el despilfarro.
El párrafo anterior no es solo una declaración de intenciones sin trasfondo, sino que responde a una tendencia cada vez más marcada en nuestras costumbres culinarias, tal y como reflejan con nitidez los datos de despilfarro de alimentos en 2020, que reflejan un significativo descenso respecto al año anterior y que esperamos que se vean consolidados con las cifras de 2021.
Pese a ello, tres de cada cuatro hogares españoles tiraron comida y bebida a la basura de forma habitual en 2020, por lo que queda mucho por hacer. La tasa de desperdicio se situó en 2020 en el 4,3%, cifra ligeramente inferior al 4,7% registrado en 2019. Una mejora que se debe a la reducción en el desperdicio de alimentos sin preparar, es decir, a un cálculo más atinado a la hora de llenar la cesta de la compra.
Por el contrario, los datos no son tan buenos a la hora de cocinar: el año pasado se desperdiciaron más restos de recetas cocinadas en casa –118 millones de kg/l de exceso– que en 2019. Dicho de otra forma, las sobras pasaron de suponer el 15,3% del desperdicio alimentario de los hogares a representar el 23,8%, lo que indica que calcular mejor las cantidades de los platos que preparamos y practicar la cocina de aprovechamiento son claros puntos de mejora.
F. Xavier Medina, director de la Cátedra Unesco de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), es optimista y señala que algo está cambiando y que, en el ámbito de la Unión Europea, se está desarrollando una conciencia colectiva contra el desperdicio, con los países del sur acercándose a los del norte, en los que el compromiso se inició de forma más temprana y está más arraigado en las costumbres de la gente.
El experto subraya que el aprovechamiento de comida es un hábito que se integra plenamente en nuestra cultura gastronómica: “Venimos de recetarios creados en épocas de producción escasa o, directamente, de hambre. Hemos dejado de aprovechar alimentos en una época más reciente, de superabundancia. Ahora se está volviendo al aprovechamiento, aunque hemos cambiado la necesidad de hacerlo por una cuestión económica para pasar a un momento de conciencia de tipo ambiental”.
“Venimos de recetarios creados en épocas de producción escasa, o de hambre. Dejamos el aprovechamiento en una época de superabundancia. Y ahora lo estamos recuperando por motivos ambientales”, explica un experto de la UOC
Para mantener la conciencia activa durante las próximas Navidades, las expertas de la UOC Anna Bach y Alicia Aguilar han recogido seis consejos para evitar el desperdicio. Bach es directora del Máster Universitario de Nutrición y Salud, subdirectora de docencia y profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud, e investigadora del Foodlab (Grupo Interdisciplinario en Alimentación, Nutrición, Sociedad y Salud) de la UOC. Aguilar es profesora de los mismos estudios e investigadora del Foodlab.
1. Hacer una buena lista de la compra, pensando en los menús que se prepararán. Así se evitará comprar alimentos que luego no se usarán y que es más fácil que acaben desperdiciándose. Esto es especialmente importante para los productos frescos, que tienen una vida útil más corta.
2. Conservar y almacenar correctamente los productos que se hayan comprado, considerando sus características. Es necesario leer las etiquetas, comprobar las fechas de caducidad y seguir las recomendaciones de conservación (en nevera, congelador o armarios, según el tipo de producto).
3. Ajustar las raciones. Se aconseja revisar la despensa antes de comprar y hacer una lista detallada para reducir la compra por impulso. En Navidad, es importante planificar el menú considerando el número de comensales. A menudo se tiende a cocinar en exceso y a servir demasiada cantidad, lo que a menudo se traduce en dejar comida en el plato, con el consiguiente desperdicio, o en comer más de lo que realmente apetece, complicando el bienestar gástrico y, si sucede con frecuencia, favoreciendo el aumento de peso. Cuando las comidas tengan lugar en un restaurante, conviene pedir que nos preparen las sobras para llevar, evitando que vayan a parar a la basura.
4. Congelar la comida sobrante. De manera general, si se hace bien, es un método de conservación que permite alargar el tiempo de consumo de los alimentos sin que pierdan valor nutritivo. La opción de congelar en raciones individuales puede ser muy interesante, ya que ayuda a ingerir la cantidad justa de alimentos, sin pasarse, a descongelar en función del número exacto de comensales y a disponer de algún menú comodín para llevar al trabajo.
5. Aprovechar los restos para preparar nuevas recetas. Elaborar unas croquetas o unos canelones con las carnes, pescados y mariscos sobrantes, o un puré con las verduras de guarnición son opciones tan clásicas como sencillas y apetecibles. De hecho, estos platos fueron recetas de aprovechamiento en origen.
6. Tener presente el compromiso con un consumo responsable. Conviene informarse sobre la procedencia de lo que se come y sobre qué sistemas de producción agrícola, de cría y de pesca se han usado. En general, el consumo de proximidad y de temporada mejora la vida de las pequeñas comunidades agrícolas, aumenta la biodiversidad, requiere menos energía para el transporte, tiene una buena relación calidad-precio y contribuye a una alimentación saludable. Además, hay que decir no a los plásticos, fundamentalmente los de un solo uso. Es importante evitar los alimentos con embalajes de este material y optar por otros más sostenibles como el cartón, aunque lo ideal es minimizar el uso de envases u optar por los reutilizables.
* La imagen que ilustra este tema es de Max Griss y está disponible en Unsplash.
El desperdicio de alimentos no tiene por qué sentarse a la mesa familiar esta Navidad. Pese a que estas fiestas se relacionen con los excesos gastronómicos, retomando costumbres tradicionales de aprovechamiento y manteniéndonos firmes en nuestro compromiso medioambiental y ético con la Tierra podemos evitar el despilfarro. La UOC nos ofrece seis trucos para lograrlo.
El desperdicio de alimentos no tiene por qué sentarse a la mesa familiar esta Navidad. Pese a que estas fiestas se relacionen con los excesos gastronómicos, retomando costumbres tradicionales de aprovechamiento y manteniéndonos firmes en nuestro compromiso medioambiental y ético con la Tierra y sus habitantes, además de redoblando la atención en algunos sencillos trucos, podemos evitar el despilfarro.
El párrafo anterior no es solo una declaración de intenciones sin trasfondo, sino que responde a una tendencia cada vez más marcada en nuestras costumbres culinarias, tal y como reflejan con nitidez los datos de despilfarro de alimentos en 2020, que reflejan un significativo descenso respecto al año anterior y que esperamos que se vean consolidados con las cifras de 2021.
Pese a ello, tres de cada cuatro hogares españoles tiraron comida y bebida a la basura de forma habitual en 2020, por lo que queda mucho por hacer. La tasa de desperdicio se situó en 2020 en el 4,3%, cifra ligeramente inferior al 4,7% registrado en 2019. Una mejora que se debe a la reducción en el desperdicio de alimentos sin preparar, es decir, a un cálculo más atinado a la hora de llenar la cesta de la compra.
Por el contrario, los datos no son tan buenos a la hora de cocinar: el año pasado se desperdiciaron más restos de recetas cocinadas en casa –118 millones de kg/l de exceso– que en 2019. Dicho de otra forma, las sobras pasaron de suponer el 15,3% del desperdicio alimentario de los hogares a representar el 23,8%, lo que indica que calcular mejor las cantidades de los platos que preparamos y practicar la cocina de aprovechamiento son claros puntos de mejora.
F. Xavier Medina, director de la Cátedra Unesco de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), es optimista y señala que algo está cambiando y que, en el ámbito de la Unión Europea, se está desarrollando una conciencia colectiva contra el desperdicio, con los países del sur acercándose a los del norte, en los que el compromiso se inició de forma más temprana y está más arraigado en las costumbres de la gente.
El experto subraya que el aprovechamiento de comida es un hábito que se integra plenamente en nuestra cultura gastronómica: “Venimos de recetarios creados en épocas de producción escasa o, directamente, de hambre. Hemos dejado de aprovechar alimentos en una época más reciente, de superabundancia. Ahora se está volviendo al aprovechamiento, aunque hemos cambiado la necesidad de hacerlo por una cuestión económica para pasar a un momento de conciencia de tipo ambiental”.
“Venimos de recetarios creados en épocas de producción escasa, o de hambre. Dejamos el aprovechamiento en una época de superabundancia. Y ahora lo estamos recuperando por motivos ambientales”, explica un experto de la UOC
Para mantener la conciencia activa durante las próximas Navidades, las expertas de la UOC Anna Bach y Alicia Aguilar han recogido seis consejos para evitar el desperdicio. Bach es directora del Máster Universitario de Nutrición y Salud, subdirectora de docencia y profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud, e investigadora del Foodlab (Grupo Interdisciplinario en Alimentación, Nutrición, Sociedad y Salud) de la UOC. Aguilar es profesora de los mismos estudios e investigadora del Foodlab.
1. Hacer una buena lista de la compra, pensando en los menús que se prepararán. Así se evitará comprar alimentos que luego no se usarán y que es más fácil que acaben desperdiciándose. Esto es especialmente importante para los productos frescos, que tienen una vida útil más corta.
2. Conservar y almacenar correctamente los productos que se hayan comprado, considerando sus características. Es necesario leer las etiquetas, comprobar las fechas de caducidad y seguir las recomendaciones de conservación (en nevera, congelador o armarios, según el tipo de producto).
3. Ajustar las raciones. Se aconseja revisar la despensa antes de comprar y hacer una lista detallada para reducir la compra por impulso. En Navidad, es importante planificar el menú considerando el número de comensales. A menudo se tiende a cocinar en exceso y a servir demasiada cantidad, lo que a menudo se traduce en dejar comida en el plato, con el consiguiente desperdicio, o en comer más de lo que realmente apetece, complicando el bienestar gástrico y, si sucede con frecuencia, favoreciendo el aumento de peso. Cuando las comidas tengan lugar en un restaurante, conviene pedir que nos preparen las sobras para llevar, evitando que vayan a parar a la basura.
4. Congelar la comida sobrante. De manera general, si se hace bien, es un método de conservación que permite alargar el tiempo de consumo de los alimentos sin que pierdan valor nutritivo. La opción de congelar en raciones individuales puede ser muy interesante, ya que ayuda a ingerir la cantidad justa de alimentos, sin pasarse, a descongelar en función del número exacto de comensales y a disponer de algún menú comodín para llevar al trabajo.
5. Aprovechar los restos para preparar nuevas recetas. Elaborar unas croquetas o unos canelones con las carnes, pescados y mariscos sobrantes, o un puré con las verduras de guarnición son opciones tan clásicas como sencillas y apetecibles. De hecho, estos platos fueron recetas de aprovechamiento en origen.
6. Tener presente el compromiso con un consumo responsable. Conviene informarse sobre la procedencia de lo que se come y sobre qué sistemas de producción agrícola, de cría y de pesca se han usado. En general, el consumo de proximidad y de temporada mejora la vida de las pequeñas comunidades agrícolas, aumenta la biodiversidad, requiere menos energía para el transporte, tiene una buena relación calidad-precio y contribuye a una alimentación saludable. Además, hay que decir no a los plásticos, fundamentalmente los de un solo uso. Es importante evitar los alimentos con embalajes de este material y optar por otros más sostenibles como el cartón, aunque lo ideal es minimizar el uso de envases u optar por los reutilizables.
* La imagen que ilustra este tema es de Max Griss y está disponible en Unsplash.