imagen-te-animas-a-participar-en-una-encuesta-sobre-el-estres-en-la-pandemia

¿Te animas a participar en una encuesta sobre el estrés en la pandemia?

En Impaciente queremos animarte a contestar esta encuesta internacional, operativa en 58 países, que busca mapear los efectos psicosociales de la pandemia, analizando la relación entre estrés, preocupación y comportamiento. Tienes hasta el próximo domingo 8 de agosto para aportar tu granito de arena a COVIDiSTRESS II – Vivir un año con la pandemia de Covid-19. Tus respuestas contribuirán a generar conocimiento y a facilitar la adopción de un enfoque centrado en las personas tanto en la respuesta a futuras crisis sanitarias globales como en la recuperación de las secuelas de la actual. 

Entonces, ¿te animas a participar en esta encuesta global sobre el estrés que ha desencadenado la pandemia? En Impaciente ya la hemos completado y nos ha parecido una buena forma de contribuir con nuestras emociones y vivencias personales, aunque de forma totalmente anónima, a dibujar un mapa mundial de los efectos que ha tenido el año y medio más raro de la historia reciente sobre el grado de estrés, las preocupaciones y el comportamiento de las personas.

Nos enteramos de su existencia gracias a un artículo publicado ayer, 22 de julio, en The Conversation España. Lo firmaban Mercedes Gómez López e Inmaculada Concepción Marín López, ambas profesoras del Departamento de Psicología de la Universidad de Córdoba y dos de las investigadoras españolas en esta encuesta, en la que están involucradas universidades y centros de investigación de 58 países. También participa en el proyecto Ximena Goldberg, de ISGlobal, Instituto de Salud Global de Barcelona.

La aventura empezó durante el mismísimo mes de marzo de 2020, cuando el profesor Andreas Lieberoth lanzó la encuesta global COVIDiSTRESS desde la Universidad de Aarhus, en Dinamarca. El proyecto se convirtió rápidamente en un gran consorcio, que en la actualidad cuenta con 140 colaboradores-investigadores de todo el mundo.

El actual estudio, COVIDiSTRESS II – vivir un año con la pandemia COVID-19, tiene como investigadora principal a Sara Vestergren, profesora de psicología social de la Universidad de Salford (Manchester, Reino Unido), y es una extensión del primer proyecto, que finalizó en mayo de 2020, pero también refleja la lógica evolución natural de los acontecimientos, ya que ha habido numerosas e importantes novedades desde entonces.

Así, en la presente encuesta se incluyen preguntas sobre la confianza en las vacunas; la propensión a creer en teorías de la conspiración sobre el origen, el desarrollo, la gestión y la información sobre la pandemia; las precauciones frente a los contagios y, desde luego, las repercusiones emocionales de estos largos meses de incertidumbre, de carga extra de trabajo doméstico, de problemas económicos y, en muchos casos, de soledad y aislamiento social y emocional.

Estresarse no es lo mismo que preocuparse

COVIDiSTRESS II busca mapear la intensidad y la frecuencia de los numerosos imputs que han afectado al bienestar, las experiencias y los comportamientos de las personas durante la pandemia global de Covid-19.

Según sus promotores, el objetivo principal del proyecto es generar un conocimiento capaz de ayudar a los responsables políticos y a los gobiernos a comprender qué ha sucedido en la mente colectiva para facilitar mejores respuestas a una eventual pandemia en el futuro. Por supuesto, la encuesta también pretende señalar en qué áreas del bienestar de las personas deben centrarse las políticas sociales del presente.

En la primera oleada de la encuesta se vio que cuanto más estresada está una persona, menos se protege frente a la Covid-19. La preocupación produce el efecto contrario

Según dice textualmente la página web de la iniciativa COVIDiSTRESS: “En resumen, nuestro objetivo es ayudar a los investigadores y los responsables políticos a adoptar un enfoque de respuesta y recuperación ante una pandemia más centrado en las personas”.

En el texto publicado por The Conversation España, Mercedes Gómez e Inmaculada Marín explican que ya se conocen algunos de los principales datos de la primera oleada de la encuesta, que giran en torno a dos de las emociones que más se dispararon en aquellos momentos tan extraños: el estrés y la preocupación. Curiosamente, el comportamiento no fue igual en las personas en las que predominaba el estrés y en las que predominaba la preocupación. Las primeras tendían a incumplir las normas de protección, mientras las segundas se volcaban a seguirlas a rajatabla.

“Los investigadores del COVIDiSTRESS destacaron, entre otros, el apoyo social y la confianza en las instituciones. Por un lado, contar con personas de confianza en las que apoyarse en esos momentos difíciles tuvo un efecto positivo en el seguimiento de las normas. Por otro, cuanto más confiaban las personas en los esfuerzos de sus gobiernos por frenar la propagación del virus, menos estrés experimentaban. Aunque esto no parecía ser suficiente, porque solo si esas medidas eran consideradas contundentes o suficientes iban acompañadas también de una disminución de la preocupación”, escriben las autoras.

COVIDiSTRESS II trata de resituar la encuesta en la situación actual, en la que se ha mitigado la sensación de irrealidad y el vértigo de la incertidumbre no es tan apabullante, pero el aislamiento, el miedo y la pérdida se han cronificado hasta un punto que todavía no acertamos a medir. De hecho, este interesantísimo proyecto trata, precisamente, de ofrecer dos fotos fijas de las consecuencias emocionales de los dos shocks que nos ha tocado vivir: el del confinamiento y el de la convivencia con una pandemia que no cesa.

Si quieres participar en la encuesta sobre estrés, preocupación y comportamiento en relación a la pandemia, puedes hacerlo pinchando AQUÍ. Por si te lo estás preguntando, aclaramos que el enlace corresponde al cuestionario en español.

*La foto que ilustra esta noticia es de Zhu Liang y está disponible en Unsplash.

En Impaciente queremos animarte a contestar esta encuesta internacional, operativa en 58 países, que busca mapear los efectos psicosociales de la pandemia, analizando la relación entre estrés, preocupación y comportamiento. Tienes hasta el próximo domingo 8 de agosto para aportar tu granito de arena a COVIDiSTRESS II – Vivir un año con la pandemia de Covid-19. Tus respuestas contribuirán a generar conocimiento y a facilitar la adopción de un enfoque centrado en las personas tanto en la respuesta a futuras crisis sanitarias globales como en la recuperación de las secuelas de la actual.

Entonces, ¿te animas a participar en esta encuesta global sobre el estrés que ha desencadenado la pandemia? En Impaciente ya la hemos completado y nos ha parecido una buena forma de contribuir con nuestras emociones y vivencias personales, aunque de forma totalmente anónima, a dibujar un mapa mundial de los efectos que ha tenido el año y medio más raro de la historia reciente sobre el grado de estrés, las preocupaciones y el comportamiento de las personas.

Nos enteramos de su existencia gracias a un artículo publicado ayer, 22 de julio, en The Conversation España. Lo firmaban Mercedes Gómez López e Inmaculada Concepción Marín López, ambas profesoras del Departamento de Psicología de la Universidad de Córdoba y dos de las investigadoras españolas en esta encuesta, en la que están involucradas universidades y centros de investigación de 58 países. También participa en el proyecto Ximena Goldberg, de ISGlobal, Instituto de Salud Global de Barcelona.

La aventura empezó durante el mismísimo mes de marzo de 2020, cuando el profesor Andreas Lieberoth lanzó la encuesta global COVIDiSTRESS desde la Universidad de Aarhus, en Dinamarca. El proyecto se convirtió rápidamente en un gran consorcio, que en la actualidad cuenta con 140 colaboradores-investigadores de todo el mundo.

El actual estudio, COVIDiSTRESS II – vivir un año con la pandemia COVID-19, tiene como investigadora principal a Sara Vestergren, profesora de psicología social de la Universidad de Salford (Manchester, Reino Unido), y es una extensión del primer proyecto, que finalizó en mayo de 2020, pero también refleja la lógica evolución natural de los acontecimientos, ya que ha habido numerosas e importantes novedades desde entonces.

Así, en la presente encuesta se incluyen preguntas sobre la confianza en las vacunas; la propensión a creer en teorías de la conspiración sobre el origen, el desarrollo, la gestión y la información sobre la pandemia; las precauciones frente a los contagios y, desde luego, las repercusiones emocionales de estos largos meses de incertidumbre, de carga extra de trabajo doméstico, de problemas económicos y, en muchos casos, de soledad y aislamiento social y emocional.

Estresarse no es lo mismo que preocuparse

COVIDiSTRESS II busca mapear la intensidad y la frecuencia de los numerosos imputs que han afectado al bienestar, las experiencias y los comportamientos de las personas durante la pandemia global de Covid-19.

Según sus promotores, el objetivo principal del proyecto es generar un conocimiento capaz de ayudar a los responsables políticos y a los gobiernos a comprender qué ha sucedido en la mente colectiva para facilitar mejores respuestas a una eventual pandemia en el futuro. Por supuesto, la encuesta también pretende señalar en qué áreas del bienestar de las personas deben centrarse las políticas sociales del presente.

Curiosamente, en la primera oleada de la encuesta se vio que cuanto más estresada está una persona, menos se protege frente a la Covid-19. La preocupación produce el efecto contrario

Según dice textualmente la página web de la iniciativa COVIDiSTRESS: “En resumen, nuestro objetivo es ayudar a los investigadores y los responsables políticos a adoptar un enfoque de respuesta y recuperación ante una pandemia más centrado en las personas”.

En el texto publicado por The Conversation España, Mercedes Gómez e Inmaculada Marín explican que ya se conocen algunos de los principales datos de la primera oleada de la encuesta, que giran en torno a dos de las emociones que más se dispararon en aquellos momentos tan extraños: el estrés y la preocupación. Curiosamente, el comportamiento no fue igual en las personas en las que predominaba el estrés y en las que predominaba la preocupación. Las primeras tendían a incumplir las normas de protección, mientras las segundas se volcaban a seguirlas a rajatabla.

“Los investigadores del COVIDiSTRESS destacaron, entre otros, el apoyo social y la confianza en las instituciones. Por un lado, contar con personas de confianza en las que apoyarse en esos momentos difíciles tuvo un efecto positivo en el seguimiento de las normas. Por otro, cuanto más confiaban las personas en los esfuerzos de sus gobiernos por frenar la propagación del virus, menos estrés experimentaban. Aunque esto no parecía ser suficiente, porque solo si esas medidas eran consideradas contundentes o suficientes iban acompañadas también de una disminución de la preocupación”, escriben las autoras.

COVIDiSTRESS II trata de resituar la encuesta en la situación actual, en la que se ha mitigado la sensación de irrealidad y el vértigo de la incertidumbre no es tan apabullante, pero el aislamiento, el miedo y la pérdida se han cronificado hasta un punto que todavía no acertamos a medir. De hecho, este interesantísimo proyecto trata, precisamente, de ofrecer dos fotos fijas de las consecuencias emocionales de los dos shocks que nos ha tocado vivir: el del confinamiento y el de la convivencia con una pandemia que no cesa.

Si quieres participar en la encuesta sobre estrés, preocupación y comportamiento en relación a la pandemia, puedes hacerlo pinchando AQUÍ. Por si te lo estás preguntando, aclaramos que el enlace corresponde al cuestionario en español.

*La foto que ilustra esta noticia es de Zhu Liang y está disponible en Unsplash.

En Impaciente queremos animarte a contestar esta encuesta internacional, operativa en 58 países, que busca mapear los efectos psicosociales de la pandemia, analizando la relación entre estrés, preocupación y comportamiento. Tienes hasta el próximo domingo 8 de agosto para aportar tu granito de arena a COVIDiSTRESS II – Vivir un año con la pandemia de Covid-19. Tus respuestas contribuirán a generar conocimiento y a facilitar la adopción de un enfoque centrado en las personas tanto en la respuesta a futuras crisis sanitarias globales como en la recuperación de las secuelas de la actual.

Entonces, ¿te animas a participar en esta encuesta global sobre el estrés que ha desencadenado la pandemia? En Impaciente ya la hemos completado y nos ha parecido una buena forma de contribuir con nuestras emociones y vivencias personales, aunque de forma totalmente anónima, a dibujar un mapa mundial de los efectos que ha tenido el año y medio más raro de la historia reciente sobre el grado de estrés, las preocupaciones y el comportamiento de las personas.

Nos enteramos de su existencia gracias a un artículo publicado ayer, 22 de julio, en The Conversation España. Lo firmaban Mercedes Gómez López e Inmaculada Concepción Marín López, ambas profesoras del Departamento de Psicología de la Universidad de Córdoba y dos de las investigadoras españolas en esta encuesta, en la que están involucradas universidades y centros de investigación de 58 países. También participa en el proyecto Ximena Goldberg, de ISGlobal, Instituto de Salud Global de Barcelona.

La aventura empezó durante el mismísimo mes de marzo de 2020, cuando el profesor Andreas Lieberoth lanzó la encuesta global COVIDiSTRESS desde la Universidad de Aarhus, en Dinamarca. El proyecto se convirtió rápidamente en un gran consorcio, que en la actualidad cuenta con 140 colaboradores-investigadores de todo el mundo.

El actual estudio, COVIDiSTRESS II – vivir un año con la pandemia COVID-19, tiene como investigadora principal a Sara Vestergren, profesora de psicología social de la Universidad de Salford (Manchester, Reino Unido), y es una extensión del primer proyecto, que finalizó en mayo de 2020, pero también refleja la lógica evolución natural de los acontecimientos, ya que ha habido numerosas e importantes novedades desde entonces.

Así, en la presente encuesta se incluyen preguntas sobre la confianza en las vacunas; la propensión a creer en teorías de la conspiración sobre el origen, el desarrollo, la gestión y la información sobre la pandemia; las precauciones frente a los contagios y, desde luego, las repercusiones emocionales de estos largos meses de incertidumbre, de carga extra de trabajo doméstico, de problemas económicos y, en muchos casos, de soledad y aislamiento social y emocional.

Estresarse no es lo mismo que preocuparse

COVIDiSTRESS II busca mapear la intensidad y la frecuencia de los numerosos imputs que han afectado al bienestar, las experiencias y los comportamientos de las personas durante la pandemia global de Covid-19.

Según sus promotores, el objetivo principal del proyecto es generar un conocimiento capaz de ayudar a los responsables políticos y a los gobiernos a comprender qué ha sucedido en la mente colectiva para facilitar mejores respuestas a una eventual pandemia en el futuro. Por supuesto, la encuesta también pretende señalar en qué áreas del bienestar de las personas deben centrarse las políticas sociales del presente.

Curiosamente, en la primera oleada de la encuesta se vio que cuanto más estresada está una persona, menos se protege frente a la Covid-19. La preocupación produce el efecto contrario

Según dice textualmente la página web de la iniciativa COVIDiSTRESS: “En resumen, nuestro objetivo es ayudar a los investigadores y los responsables políticos a adoptar un enfoque de respuesta y recuperación ante una pandemia más centrado en las personas”.

En el texto publicado por The Conversation España, Mercedes Gómez e Inmaculada Marín explican que ya se conocen algunos de los principales datos de la primera oleada de la encuesta, que giran en torno a dos de las emociones que más se dispararon en aquellos momentos tan extraños: el estrés y la preocupación. Curiosamente, el comportamiento no fue igual en las personas en las que predominaba el estrés y en las que predominaba la preocupación. Las primeras tendían a incumplir las normas de protección, mientras las segundas se volcaban a seguirlas a rajatabla.

“Los investigadores del COVIDiSTRESS destacaron, entre otros, el apoyo social y la confianza en las instituciones. Por un lado, contar con personas de confianza en las que apoyarse en esos momentos difíciles tuvo un efecto positivo en el seguimiento de las normas. Por otro, cuanto más confiaban las personas en los esfuerzos de sus gobiernos por frenar la propagación del virus, menos estrés experimentaban. Aunque esto no parecía ser suficiente, porque solo si esas medidas eran consideradas contundentes o suficientes iban acompañadas también de una disminución de la preocupación”, escriben las autoras.

COVIDiSTRESS II trata de resituar la encuesta en la situación actual, en la que se ha mitigado la sensación de irrealidad y el vértigo de la incertidumbre no es tan apabullante, pero el aislamiento, el miedo y la pérdida se han cronificado hasta un punto que todavía no acertamos a medir. De hecho, este interesantísimo proyecto trata, precisamente, de ofrecer dos fotos fijas de las consecuencias emocionales de los dos shocks que nos ha tocado vivir: el del confinamiento y el de la convivencia con una pandemia que no cesa.

Si quieres participar en la encuesta sobre estrés, preocupación y comportamiento en relación a la pandemia, puedes hacerlo pinchando AQUÍ. Por si te lo estás preguntando, aclaramos que el enlace corresponde al cuestionario en español.

*La foto que ilustra esta noticia es de Zhu Liang y está disponible en Unsplash.